lunes, 12 de mayo de 2014

El archivador de acordeón

Después de tantas mudanzas (más de 10) acumulo menos cosas, pero da igual, en esta ecuación, menos también es sinónimo de una montaña abrumadora cuando toca hacer limpieza. Me he asomado tímidamente a los papeles, después con más seguridad y finalmente la pila de Tirar era tres veces más grande que la de Guardar.

Después de tantas mudanzas una se aferra menos a lo que en un tiempo resultó un tesoro y aún así hoy tenía delante muchos recortes, facturas, fotografías, entradas y páginas escritas de hace 15 años. O 20. O 7. Da igual. Viejo, innecesario y ocupando un espacio precioso.

Lo he tirado casi todo. Incluso lo que aún valoro ha ido a parar a la bolsa del contenedor. La entrada del concierto de David Bowie (Glass Spider Tour). La carta que me escribió. La otra carta que me escribió. Felicitaciones varias. Nóminas impresas en papel continuo. Mi primer contrato en Efe. Doce teletipos. La factura del nokia. El certificado de autenticidad de aquel grabado que ya no está en mi pared. El fanzine con forma de single. No sé cuántos trabajos de la facultad. 
La esquela. El recorte de la noticia. Los contratos de alquiler de todas esas mudanzas. Y un croquis en una servilleta.

No he tardado mucho. Era sólo un archivador de acordeón. Lo he hecho deprisa y con determinación porque hacía falta y porque por lo visto con los años hago más caso a la responsabilidad. Lo he hecho con disciplina y con un látigo para no permitir una sola emoción en el proceso. Porque los objetos se convierten en natsukashii pero siguen sin ser imprescindibles. Y a mí la memoria no me falla aunque tenga una casa minimalista.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Otro tema

El elástico de Penélope

En los extraños años de la adolescencia estaba fascinada con Penélope Cruz. Me parecía la más guapa, la más pizpireta, la más echá palant...