martes, 11 de marzo de 2014

10 años después

Recuerdo el sonido de una de las explosiones. Entonces vivía con mi chico en un piso en Sol, a poco menos de 3 kilómetros de la estación de Atocha. Boum. Pensé que había obras, quizá una demolición. Eran las 7.30 de la mañana y ya no trabajaba de periodista.

No viví el 11M en la redacción sino como lectora, internauta, espectadora. Esa mañana tenía una reunión con un hombre de negocios, un tipo alemán a quien parecían importarle bien poco las imágenes que iba escupiendo cualquier canal de la TV del bar. Recuerdo las primeras fotos. Los llamamientos a donar sangre. Los hospitales de campaña. Salí a comer sola, a un vips donde casi nadie hablaba. La tele también estaba encendida allí. Acebes salió apuntando a ETA. Empezó la desinformación.

Recuerdo las horas de después. Pegados a la pantalla del ordenador en el goteo de teletipos. Recuerdo las caras de los extraños a mi alrededor en la Puerta del Sol, cacerola en mano. Recuerdo las velas del chino en la puerta de la Comunidad de Madrid. Los gritos, las pancartas.

Recuerdo la sensación de hermanamiento entre la gente y recuerdo la tensión entre 'bandos'. Recuerdo que nadie quería estar ahí. Recuerdo hoy todo lo que vino después y aún me estremezco. Les recuerdo a ellos, esa lista interminable de historias que se detuvieron en Atocha el 11 de marzo, a esas 192 personas que deberían seguir aquí 10 años después.



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