miércoles, 23 de abril de 2014

懐かしい

Hay olores que te llevan instantáneamente 16 años atrás, por ejemplo. De hecho te llevan exactamente al punto donde estabas en ese recuerdo y ves la luz que se filtra por las cortinas, hueles la leche con galletas junto a ti y percibes la estantería un poco más alta de lo que está ahora.

Ese poder que tienen los olores existe también en algunos objetos. Qué me dices si te doy la chapa de una botella. Sin contexto, sin vidrio al que abrazar. Una chapa perfectamente sacada, lisa. Está esperando la foto de José Luis Laguía para correr el tour de tu colegio. O te encuentras los calcetines del primer bebé en el cajón y tu cerebro se inunda de Nenuco. El flyer que de golpe aparece en los vaqueros. El cojín en la butaca de tu abuelo.

Los japoneses tienen una palabra para esto. Natsukashii es un adjetivo que significa "nostálgico" pero también designa a los objetos que desencadenan recuerdos. Hoy mi hijo ha cumplido 9 años. Espero que los recuerdos que se acumulen en sus natsukashii sean valiosos. 

domingo, 13 de abril de 2014

Sin corazón

Hay días en los que el corazón tira del freno de mano. Directamente. Que encuentren cuanto antes al hijo de puta que le ha hecho esto a M. Mientras tanto, mi corazón sin pulso está con ella y con su familia.

lunes, 7 de abril de 2014

Pausa


Dos breves líneas paralelas trazadas de arriba a abajo. Pause. Esa es la tecla que necesito para distinguir un día de otro, para saborear lo bien que ha quedado hoy la cena, para saber que la sonrisa de mi hijo en el desayuno era única, era ésa y no otra, porque la sonrisa de mañana siempre será otra. Pausa para no dar nada por hecho, como dice Pedro Simón.

Pulso el botón en mi cabeza casi como si estuviera ahí de verdad y me acuerdo de cerrar un momento los ojos, o caminar un poco más despacio. Contar hasta tres antes de contestar ese mail.

Pauso porque lo necesito, porque siempre estoy corriendo contra mi propio horario y porque esta cuerda de días en fast forward no deja poso ni recuerdos. Y oigo la voz de la profesora de yoga que vuelve a recordar lo importante que es aprender a respirar. Inspira por la nariz, suelta por la nariz. Estira la espalda y el resto vendrá solo. Respira. Aprieta la tecla. Pausa.

Play.


jueves, 3 de abril de 2014

Supernenas

Las recuerdo corriendo alrededor de la piscina en Cercedilla, cada una con una toalla en la cabeza a modo de capa. Era el verano de 2001, mi madre y yo les habíamos comprado en Nueva York esas toallas de las SuperNenas a mis sobrinas, que entonces tenían 7 y 4 años. También las recuerdo pegadas a la tele viendo a Pétalo, Burbuja y Cactus salvar la ciudad de Mojo Jojo, el mono con cerebro gigante.

Me gustaban esas niñas con super poderes que depuraban su técnica kung fu a la mínima. Me gustaba esa imagen de chica dulce y molona que sabe hacerse valer. A finales de los 90 no había muchos personajes femeninos que no cayeran en algún estereotipo sin pestañear. Ellas, mis sobrinas, revoloteaban alrededor de la piscina -una con la toalla de Cactus, la otra con la de Burbuja- convencidas de que podían tener un lazo inmenso en la cabeza y al mismo tiempo dar patadas laterales a cualquier enemigo del planeta. Quiero creer que se han criado pensando exactamente eso. Que pueden ser quiénes ellas quieran.

La imagen de las Supernenas y de mis supersobrinas volvió hace unos meses cuando estaba de viaje. Conocí a una ingeniera joven, americana, a primera vista estándar. Ay, esa primera vista qué traidora es. Compartíamos una de esas cenas con gente de trabajo en mesa larga y conversación trivial. Empezó a contarme que era jugona, gamer, y que había pasado horas y horas de su adolescencia metida en un videjuego. "Allí conocí a mi marido", explicó con una sonrisa. La americana estándar procedió a contarme que había creado un blog, luego un tumblr, luego un site, finalmente un movimiento, reivindicando femineidad y tecnología, un maridaje entre tu furor por un bolso con tu pasión por aprender java.

No sé si hace falta un movimiento tan específico, pero admiro a cualquiera que empuje por recordarle a las niñas que pueden ser exactamente quienes ellas quieran. Princesas, samurais, consultoras o dentistas. incluso salvadoras de la ciudad con lazo en la cabeza.

Otro tema

El elástico de Penélope

En los extraños años de la adolescencia estaba fascinada con Penélope Cruz. Me parecía la más guapa, la más pizpireta, la más echá palant...